jueves, 31 de julio de 2014
domingo, 6 de abril de 2014
AFICHE JOSÉ MARIA ARGUEDAS
Arguedas: Yo no soy un aculturado
Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un
demonio feliz, habla en cristiano y en indio, en español y en quechua. Deseaba
convertir esa realidad en lenguaje artístico y tal parece, según cierto
consenso más o menos general, que lo he conseguido.
José María Arguedas (Discurso al recibir el premio Inca Garcilaso de la Vega, 1968)
José María Arguedas (Discurso al recibir el premio Inca Garcilaso de la Vega, 1968)
jueves, 3 de abril de 2014
martes, 1 de abril de 2014
lunes, 24 de marzo de 2014
LECTURA : OLLANTAY
Obra: Ollantay
ACTO I. (ESCENA I)
OLLANTAY: Dime, ¿viste a Cusi Coyllur?
¿Entraste a su palacio?
PIQUI- CHAQUI: ¡Dios no permita que me
acerque allá! La ira del Inca es implacable y no me arriesgo a provocarla.
(Pausa). ¿Cómo es que no le temes tú?
OLLANTAY: El amor no teme a nadie ni a
nada (Pausa). Nunca dejaré de amar a esa criatura, bien lo sabes. El corazón me
lleva hacia ella...
PIQUI-CHAQUI: Debes estar poseído por el
demonio. Hay muchas mujeres a las que puedes amar sin ningún peligro. ¡Cuántas
se sentirán de saber que la has elegido...!
OLLANTAY: ¡Sólo me importa ella!
¡Ella! ¿Entiendes?
(Mientras que en el interior
del palacio del Inca Cusi-Coyllur llora. Su madre coya la consuela).
COYA: ¿Por qué lloras, hija mía,
tú, que eres imagen del mismo Sol? ¿Por qué se ha eclipsado en tu rostro la
felicidad? No sabes cuánto me aflige tu infortunio?
CUSI-COYLLUR: ¡Ay, princesa! ¡Ay, madre
mía!
COYA: Contesta mis preguntas. ¿Has
amado a Ollantay? ¿Has sido su compañera.
Dime, has elegido a ese hombre por esposo? Respóndeme sin temor, hija y no
llores.
CUSI-COYLLUR: ¡Cómo no he de llorar! Mi
amado, mi protector; aquel que cuidó mi niñez, me ha olvidado... ¡Ay, madre
mía! ¡Ay, princesa!...
(En una calle del Cusco se
reinicia la conversación entre Ollantay y Piqui-Chaqui)
PIQUI-CHAQUI: Cuando el Inca descubra tu
pensamiento, no vacilará en mandarte a cortar el cuello o asarte vivo en la
hoguera.
OLLANTAY: No me estorbes,
Piqui-Chaqui. No me contradigas, que estoy tan exaltado y que soy capaz de
castigarte.
PIQUI-CHAQUI: ¿Qué ganarías con eso? Ya no
tendrías a quien decirle día y noche que busque a Cusi-Coyllur y le cuente tu
pasión.
OLLANTAY: Por abrazar a Cusi-Coyllur
combatiría con una montaña hasta vencerla.
PIQUI- CHAQUI: Sólo te falta decir que
derrotarías al demonio.
OLLANTAY: Aun a él pondría a mis
plantas.
PIQUI-CHAQUI (riendo): Hablas así porque no
le has visto ni la punta de la nariz. El demonio no es un buen enemigo...
OLLANTAY: ¡Calla! (Pausa). Dime. ¿No
es Cusi-Coyllur la más brillante del imperio?
domingo, 23 de marzo de 2014
Acróstico: Resurrección
Resucitó y es Señor de todo lo creado.
Enseñó a amar con el servicio a los demás.
Su sepulcro estaba vacío.
Un mensaje de esperanza a la humanidad.
Recuperamos la alegría y la fe, tras las tinieblas.
Recordamos al Salvador, luz del mundo.
Él vive hoy en los corazones de los iqueños.
Compraron perfumes para ungir el cuerpo.
Cristo no muere. Vence a la muerte.
Id a decírselo a sus discípulos.
Oramos encendiendo el cirio pascual.
No te asustes. Jesús ha resucitado
Enseñó a amar con el servicio a los demás.
Su sepulcro estaba vacío.
Un mensaje de esperanza a la humanidad.
Recuperamos la alegría y la fe, tras las tinieblas.
Recordamos al Salvador, luz del mundo.
Él vive hoy en los corazones de los iqueños.
Compraron perfumes para ungir el cuerpo.
Cristo no muere. Vence a la muerte.
Id a decírselo a sus discípulos.
Oramos encendiendo el cirio pascual.
No te asustes. Jesús ha resucitado
Lectura sobre semana santa: Historia de un petirrojo
Era primavera y una pareja de pequeños pajaritos buscaban un buen sitio
para hacer un nido. Volando, llegaron a un monte donde estaban
crucificando a un hombre. La pajarita le dijo a su pareja:
— ¿No te da pena ese hombre? Mira qué corona de espinas le han puesto. Me
da mucha tristeza. Mira cómo esa espina que tiene en la frente le hace mucho daño,
cómo brota sangre. Voy a quitársela. Su pareja le contestó: —Ya sé que es
terrible su situación, pero es mejor que no vayas. No sabes lo que pueda pasar.
Pero la pajarita no le hizo caso e intentó quitarle la espina. A pesar de
que empleaba toda su energía, su pequeño piquito le dificultaba el esfuerzo. Al
final, consiguió quitarle la espina al hombre y regresó al lado de su
compañero. Cuando llegó junto a su pareja, él le dijo: —Mira cómo estás. Te has
llenado el pecho de sangre. Ella preguntó muy preocupada: — ¿Y, ahora, qué
hago?, ¿cómo limpio mi pecho? Su compañero le respondió: —Hay un río más abajo.
Allí, podrás limpiarte las plumas.
En la orilla del río, la pajarita se frotaba el
pecho con sus alitas para quitarse la sangre, pero, cuanto más se lavaba el
pecho, más rojo se le ponía. La pajarita muy triste se quedó en la orilla sin
saber qué hacer.
En esos momentos, escuchó una voz que venía del cielo: —No debes estar
triste por tus buenas acciones. Tus actos son bellos ante los ojos de Dios. Por
ello, te distinguirás de los otros pajarillos y, desde este momento, serás
reconocida por donde vayas, pues te llamarán petirrojo.
Del Río, L. En Cuentos de Semana Santa
Recuperado el 30 de octubre de 2011.
http://www.reikiare.com/tl453-cuento-de-semana-santa
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