Obra: Ollantay
ACTO I. (ESCENA I)
OLLANTAY: Dime, ¿viste a Cusi Coyllur?
¿Entraste a su palacio?
PIQUI- CHAQUI: ¡Dios no permita que me
acerque allá! La ira del Inca es implacable y no me arriesgo a provocarla.
(Pausa). ¿Cómo es que no le temes tú?
OLLANTAY: El amor no teme a nadie ni a
nada (Pausa). Nunca dejaré de amar a esa criatura, bien lo sabes. El corazón me
lleva hacia ella...
PIQUI-CHAQUI: Debes estar poseído por el
demonio. Hay muchas mujeres a las que puedes amar sin ningún peligro. ¡Cuántas
se sentirán de saber que la has elegido...!
OLLANTAY: ¡Sólo me importa ella!
¡Ella! ¿Entiendes?
(Mientras que en el interior
del palacio del Inca Cusi-Coyllur llora. Su madre coya la consuela).
COYA: ¿Por qué lloras, hija mía,
tú, que eres imagen del mismo Sol? ¿Por qué se ha eclipsado en tu rostro la
felicidad? No sabes cuánto me aflige tu infortunio?
CUSI-COYLLUR: ¡Ay, princesa! ¡Ay, madre
mía!
COYA: Contesta mis preguntas. ¿Has
amado a Ollantay? ¿Has sido su compañera.
Dime, has elegido a ese hombre por esposo? Respóndeme sin temor, hija y no
llores.
CUSI-COYLLUR: ¡Cómo no he de llorar! Mi
amado, mi protector; aquel que cuidó mi niñez, me ha olvidado... ¡Ay, madre
mía! ¡Ay, princesa!...
(En una calle del Cusco se
reinicia la conversación entre Ollantay y Piqui-Chaqui)
PIQUI-CHAQUI: Cuando el Inca descubra tu
pensamiento, no vacilará en mandarte a cortar el cuello o asarte vivo en la
hoguera.
OLLANTAY: No me estorbes,
Piqui-Chaqui. No me contradigas, que estoy tan exaltado y que soy capaz de
castigarte.
PIQUI-CHAQUI: ¿Qué ganarías con eso? Ya no
tendrías a quien decirle día y noche que busque a Cusi-Coyllur y le cuente tu
pasión.
OLLANTAY: Por abrazar a Cusi-Coyllur
combatiría con una montaña hasta vencerla.
PIQUI- CHAQUI: Sólo te falta decir que
derrotarías al demonio.
OLLANTAY: Aun a él pondría a mis
plantas.
PIQUI-CHAQUI (riendo): Hablas así porque no
le has visto ni la punta de la nariz. El demonio no es un buen enemigo...
OLLANTAY: ¡Calla! (Pausa). Dime. ¿No
es Cusi-Coyllur la más brillante del imperio?