lunes, 24 de marzo de 2014

LECTURA : OLLANTAY



Obra: Ollantay


 ACTO I. (ESCENA I)
OLLANTAY: Dime, ¿viste a Cusi Coyllur? ¿Entraste a su palacio?
PIQUI- CHAQUI: ¡Dios no permita que me acerque allá! La ira del Inca es implacable y no me arriesgo a provocarla. (Pausa). ¿Cómo es que no le temes tú?
OLLANTAY: El amor no teme a nadie ni a nada (Pausa). Nunca dejaré de amar a esa criatura, bien lo sabes. El corazón me lleva hacia ella...
PIQUI-CHAQUI: Debes estar poseído por el demonio. Hay muchas mujeres a las que puedes amar sin ningún peligro. ¡Cuántas se sentirán de saber que la has elegido...!
OLLANTAY: ¡Sólo me importa ella! ¡Ella! ¿Entiendes?
(Mientras que en el interior del palacio del Inca Cusi-Coyllur llora. Su madre coya la consuela).
COYA: ¿Por qué lloras, hija mía, tú, que eres imagen del mismo Sol? ¿Por qué se ha eclipsado en tu rostro la felicidad? No sabes cuánto me aflige tu infortunio?
CUSI-COYLLUR: ¡Ay, princesa! ¡Ay, madre mía!
COYA: Contesta mis preguntas. ¿Has amado a Ollantay? ¿Has sido su  compañera. Dime, has elegido a ese hombre por esposo? Respóndeme sin temor, hija y no llores.
CUSI-COYLLUR: ¡Cómo no he de llorar! Mi amado, mi protector; aquel que cuidó mi niñez, me ha olvidado... ¡Ay, madre mía! ¡Ay, princesa!...
(En una calle del Cusco se reinicia la conversación entre Ollantay y Piqui-Chaqui)
PIQUI-CHAQUI: Cuando el Inca descubra tu pensamiento, no vacilará en mandarte a cortar el cuello o asarte vivo en la hoguera.
OLLANTAY: No me estorbes, Piqui-Chaqui. No me contradigas, que estoy tan exaltado y que soy capaz de castigarte.
PIQUI-CHAQUI: ¿Qué ganarías con eso? Ya no tendrías a quien decirle día y noche que busque a Cusi-Coyllur y le cuente tu pasión.
OLLANTAY: Por abrazar a Cusi-Coyllur combatiría con una montaña hasta vencerla.
PIQUI- CHAQUI: Sólo te falta decir que derrotarías al demonio.
OLLANTAY: Aun a él pondría a mis plantas.
PIQUI-CHAQUI (riendo): Hablas así porque no le has visto ni la punta de la nariz. El demonio no es un buen enemigo...
OLLANTAY: ¡Calla! (Pausa). Dime. ¿No es Cusi-Coyllur la más brillante del imperio?

 





domingo, 23 de marzo de 2014

Acróstico: Resurrección





 Resucitó y es Señor de todo lo creado.
 Enseñó a amar con el servicio a los demás.
Su sepulcro estaba vacío.
Un mensaje de esperanza a la humanidad.
Recuperamos la alegría y la fe, tras las tinieblas.
Recordamos al Salvador, luz del mundo.
Él vive hoy en los corazones de los iqueños.
Compraron  perfumes para ungir el cuerpo.
Cristo no muere. Vence a la muerte.
Id a decírselo a sus discípulos.
Oramos encendiendo el cirio pascual.
No  te asustes. Jesús ha resucitado

Lectura sobre semana santa: Historia de un petirrojo



Era primavera y una pareja de pequeños pajaritos buscaban un buen sitio para hacer un nido. Volando, llegaron a un monte donde estaban crucificando a un hombre. La pajarita le dijo a su pareja:
— ¿No te da pena ese hombre? Mira qué corona de espinas le han puesto. Me da mucha tristeza. Mira cómo esa espina que tiene en la frente le hace mucho daño, cómo brota sangre. Voy a quitársela. Su pareja le contestó: —Ya sé que es terrible su situación, pero es mejor que no vayas. No sabes lo que pueda pasar.
Pero la pajarita no le hizo caso e intentó quitarle la espina. A pesar de que empleaba toda su energía, su pequeño piquito le dificultaba el esfuerzo. Al final, consiguió quitarle la espina al hombre y regresó al lado de su compañero. Cuando llegó junto a su pareja, él le dijo: —Mira cómo estás. Te has llenado el pecho de sangre. Ella preguntó muy preocupada: — ¿Y, ahora, qué hago?, ¿cómo limpio mi pecho? Su compañero le respondió: —Hay un río más abajo. Allí, podrás limpiarte las plumas.
En la orilla del río, la pajarita se frotaba el pecho con sus alitas para quitarse la sangre, pero, cuanto más se lavaba el pecho, más rojo se le ponía. La pajarita muy triste se quedó en la orilla sin saber qué hacer.

En esos momentos, escuchó una voz que venía del cielo: —No debes estar triste por tus buenas acciones. Tus actos son bellos ante los ojos de Dios. Por ello, te distinguirás de los otros pajarillos y, desde este momento, serás reconocida por donde vayas, pues te llamarán petirrojo.
 
Del Río, L. En Cuentos de Semana Santa
Recuperado el 30 de octubre de 2011.
http://www.reikiare.com/tl453-cuento-de-semana-santa